| Resumen: |
En Iberoamérica, la juventud está sobre el tapete. O en el ojo del huracán. Así parece testimoniarlo la decisión de consagrar el año 2008 como Año Iberoamericano de la Juventud, y dedicar a este tema la próxima Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, a celebrarse en El Salvador a fines de octubre del presente año. Suma y sigue: el Banco Mundial y la División de Asuntos Económicos y Sociales de Naciones Unidas han aportado muy recientemente informes globales sobre la situación de los jóvenes*, y el desempleo juvenil consta como problema a abordar en la Declaración de los Objetivos del Milenio, que es hoy agenda obligada en todas partes. Todo esto no es casual: en la calle, el claustro universitario, los gabinetes de gobiernos y en los medios de comunicación circula desde hace tiempo cierto desasosiego frente a la juventud, con interrogantes cada vez más difundidos sobre sus nuevos modos de construir ciudadanía e identidad, los patrones de inclusión y exclusión social que enfrentan los jóvenes, y las formas en que están transitando hoy hacia la vida autónoma.
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