EFE REPORTAJES.
ASUNTOS SOCIALES: 27/10/2010
Adolescentes con segunda oportunidad
Un pasado de robos y drogas, la ausencia de una familia o una madre esquizofrénica que abandona a su hijo, son algunas de las complejas historias de los adolescentes que ingresan en el Sistema de Sostén de la provincia de Buenos Aires. Tienen la esperanza de dar un giro a su vida.
Maricel Seeger
(Vídeo opcional en TVEFE) DESTACADOS.
+++ Para acceder al programa, los chicos deben superar una evaluación psicológica y social y cumplir con una serie de requerimientos. "Se evalúa cada caso y se firma un contrato. Es importante que quieran realmente vivir bajo su propia responsabilidad”, apunta Verónica Canale, directora del Sistema de Sostén de Adolescentes Tutelados.
+++ Este programa ha sido ganador del Segundo Premio en Innovación Social 2005/2006 de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
+++ "El objetivo es evitar la privación de la libertad" ya sea en institutos de menores o en prisión, coinciden en afirmar los profesionales del Sistema de Sostén de Adolescentes Tutelados, un órgano que depende de la Procuración General del Poder Judicial bonaerense.
El programa ofrece a los jóvenes una alternativa de formación con una novedad: estar tutelados por un "acompañante" adulto que se convierte en referente para encauzar sus vidas.
"La idea es que durante tres años puedan descansar con un referente adulto, hacer lo que les gusta y capacitarse para eso", explica Verónica Canale, directora de este sistema dependiente del Poder Judicial bonaerense que alberga a más de 300 jóvenes de entre 15 y 22 años.
La iniciativa busca evitar la reclusión en institutos de menores o cárceles, en el caso de los autores de delitos, y respaldar a las víctimas.
Además de la colaboración del "acompañante", reciben una beca para solventar sus necesidades básicas y sus estudios. Supone una cantidad mensual media de 125 dólares y varía en función de las necesidades y las circunstancias de cada joven.
Es el caso de Jonathan, que a los 18 años respira optimismo tras haber estado "en un pozo sin escalera a la vista". "Empecé a los diez años por el mal camino y tenía amigos que estaban en la misma. Con ellos robaba en los comercios de mi barrio y además consumía mucha droga", relata este joven de la empobrecida localidad bonaerense de Florencio Varela.
Su situación empeoró hasta que tuvo que elegir entre la cárcel o la propuesta de un juez de ingresar en el Sistema de Sostén de Adolescentes Tutelados, del que ya egresaron más de 1.400 jóvenes.
Para acceder al programa, los chicos deben superar una evaluación psicológica y social y cumplir con una serie de requerimientos.
"Se evalúa cada caso y al ingresar firman un contrato. Es importante que quieran realmente vivir bajo su propia responsabilidad. Se analiza además si tienen un lugar donde ir y si el acompañante va a tener un lugar en su vida", es decir, si carece de un referente adulto, apunta Canale.
Puede "que tengan mamá y papá, pero que no cumplan de forma acabada el rol", precisa la directora del programa, ganador del Segundo Premio en Innovación Social 2005/2006 de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
Jonathan, que ingresó en el sistema el año pasado, vive con sus padres y sigue en su mismo barrio, aunque no le fue difícil apartarse de sus antiguos compañeros de robos: "Están todos presos", admite el joven, que retomó la secundaria y estudia Gastronomía.
"Me costó dejar la droga y la tentación está, pero ya no me llama la atención", celebra el muchacho, que sueña con un empleo "en blanco" y construir su casa.
EN QUIÉN CONFIAR.
La tarea de los acompañantes es clave, coinciden psicólogos, abogados y asistentes del programa, creado en 1989. Se trata de 24 "referentes adultos" que ven aproximadamente cada diez días a los adolescentes para "guiarlos, ayudarlos en sus elecciones y asistirlos". Además de verificar que avanzan en sus estudios y en la búsqueda de empleo, elevan informes periódicos a la Procuración.
Los beneficiarios del programa, que siempre son derivados de la justicia, pueden contactar con sus acompañantes cuando lo necesitan. "El comienzo es complicado, pero después llegas al chico, a que confíe, y te cuenta las cosas más increíbles. Trabajamos sobre lo bueno que tienen, lo que pueden hacer y, de esa manera, van saliendo", indica la acompañante Claudia D'Ippolito.
"Muchas veces los chicos abandonan la escuela por razones económicas o laborables, porque no hay un adulto que dimensione la importancia de la educación. Por eso hay que ver los dispositivos educativos que existen para que el chico puedan seguir estudiando y allanar sus inquietudes", precisa Omar Moya, otro de los acompañantes del programa, que también mantiene acuerdos con municipios bonaerenses para que los jóvenes accedan a talleres estatales de oficios.
"El objetivo es evitar la privación de la libertad" ya sea en institutos de menores o en prisión, coinciden en afirmar los profesionales del sistema, que se financia con presupuesto de la Procuración General del Poder Judicial bonaerense, de la Fundación Renault y aportes privados.
Los beneficios no sólo son sociales sino también económicos: el costo unitario por adolescente internado supera los 800 dólares, mientras que por joven atendido en el programa se reduce a unos 194 dólares.
El 57,6 por ciento de las solicitudes de ingreso responde a causas civiles y el 42,4 por ciento a casos penales por delitos. Cifras que, según los expertos, coinciden con las estadísticas de informes de la población reclusa, ya que entre el 70 y el 80 por ciento de los adultos internos en instituciones penitenciarias han tenido causas en los juzgados de menores y, en la mayoría de los casos, fueron víctimas de delitos en su infancia o adolescencia.
Por eso, advierten los expertos, la clave está en apuntar a este segmento de la sociedad. Y, según las estadísticas internas no les va mal: más de tres cuartas partes de los ex becarios se insertaron en el mercado laboral y el 68 por ciento conformó su familia.
Además, hasta 2007, menos del 3 por ciento habían reincidido en la comisión de delitos, según un sondeo del propio servicio.
Los participantes están listos para salir del sistema cuando "pueden manejarse por sus propios medios", explica la coordinadora de los acompañantes, Alejandra Buitrón. "En este punto, tiene peso el plano laboral, esto es que pueda haber suplido el monto de la beca por un trabajo y que haya cumplido además con una capacitación", resume.
LA EDUCACIÓN, UNA DE LAS CLAVES.
El programa concede una extraordinaria importancia a la educación. Durante los tres años que, aproximadamente, los adolescentes permanecen en el sistema, uno de los objetivos es estudiar lo que les gusta. "Y si después pueden trabajar en ello, mejor", señala Canale.
La directora recuerda todavía la experiencia de una joven que no sabía tocar el piano y quería ser concertista a los 16 años. "Bueno, hay que empezar a estudiar piano entonces", respondió su acompañante del sistema. "Se fue del programa ganando tres veces el valor de la beca. Ofreció un concierto en el Teatro San Martín de Buenos Aires y comenzó a vivir de las clases de piano, es decir, de lo que le gustaba".
Franco, a los 22 años, también sueña con trabajar como arquitecto. Se carga de entusiasmo y olvida su timidez cuando menciona a Le Corbusier o las tendencias del diseño inmobiliario. "Hoy todo es un medio para un fin. Estar en el sistema es la posibilidad de terminar la facultad", señala este estudiante de Arquitectura en la Universidad de La Plata.
La beca y su sueldo como empleado en un local de venta de fiambres le permiten pagar los estudios, que reanudó el año pasado tras ingresar en el Sistema de Sostén.
"Había empezado a estudiar, pero mi mamá dejó de darme soporte económico y tuve que dejarlo", cuenta. La situación con su madre, quien sufre "problemas psicológicos" no era nada fácil. "Presentó contra mí una denuncia civil, me amenazó y me echó de mi casa con la policía. Finalmente, fuimos a una mediación y en el juzgado me propusieron ingresar al sistema", recuerda el joven, que comparte un apartamento con dos amigos.
Para Yésica, otra de las jóvenes, el estudio también ocupa un lugar central. Finalizar la secundaria, asegura, le permitirá conseguir un buen trabajo y dar un futuro a sus pequeñas hijas, de 2 años y seis meses.
"Yo creo que soy una buena madre", reflexiona Yésica, que estrenó la maternidad a los 18 años y fue abandonada por su propia progenitora al nacer y criada por su abuela paterna.
Pese a la importancia de la educación, los acompañantes aclaran: "No buscamos el éxito, ni un chico universitario, aunque los haya. Les mostramos que pueden para que logren vivir por sus propios medios en el marco de la ley".
Una aspiración muchas veces ambiciosa pero posible.
Maricel Seeger.
Fotografías
Fran, joven becado por el Sistema de Sostén para Adolescentes Tutelados, entrevistada en la ciudad de La Plata, Argentina. EFE/Leo La Valle
Veronica Canale, directora del Sistema de Sostén para Adolescentes Tutelados, entrevistada en la ciudad de La Plata, Argentina. Canale posa junto al certificado del premio logrado en Innovacion Social, otorgado por la CEPAL. EFE/Leo La Valle
El joven becario Benjamín, junto a su acompañante adulta Claudia D Ippolito, participantes del Sistema de Sostén para Adolescentes Tutelados. EFE/Leo La Valle
El becario Jonathan, junto a su acompañante adulta María Cecilia Suau, del Sistema de Sostén para Adolescentes Tutelados en la ciudad de La Plata. EFE/Leo La Valle
Veronica Canale, directora del Sistema de Sostén para Adolescentes Tutelados. EFE/Leo La Valle
La joven Yésica, de 18 años, becada por el Sistema de Sostén para Adolescentes Tutelados. EFE/Leo La Valle