Resumen

El Proyecto Regional Randimpak Mujeres Indígenas construyendo su futuro, se inició en 2002 impulsado por el Fideicomiso Ecuatoriano de Cooperación para el Desarrollo (FECD), organización privada sin fines de lucro, y con el apoyo de la Corporación Andina de Fomento (CAF), la Fundación Mujer y Familia Andina (FUNDAMYF) y las organizaciones de base en la zona de trabajo del proyecto.

Su objetivo es reducir la pobreza mediante un desarrollo integral liderado por las mujeres de las zonas rurales de la micro-región Centro Andina, con un manejo ambientalmente amigable con énfasis en la mejora de la producción y comercialización.

La iniciativa beneficia a 5.849 familias de 151 comunidades. Con una política de discriminación positiva, trabaja con mujeres y sus familias, la mayoría indígenas, quichuas, que viven en zonas rurales de las provincias de Chimborazo, Cañar, Cotopaxi, Bolívar y Tungurahua en la Sierra Central de Ecuador.

Antes de la implementación del proyecto, la población enfrentaba varios problemas siendo el más agudo la pobreza de los pequeños agricultores, que cultivan granos y cereales andinos. A esto se suma la degradación de los suelos por la deforestación, la producción intensiva, el monocultivo y la ampliación de la frontera agrícola.

En este contexto de pobreza y escasas oportunidades, la migración, en su mayoría de hombres, hacia las ciudades e incluso al extranjero ha crecido.

Con esto se desarticuló la familia y las mujeres debieron asumir el peso del cuidado y sostenimiento de éstas. La situación de las mujeres, al frente de las parcelas, se vio empeorada por la imposibilidad de acceder al crédito ya que no son propietarias. Tampoco contaban con asistencia técnica o capacitación para mejorar la productividad de sus cultivos.

Esta situación llevó a una reducción de un 50% de la producción de las familias indígenas, acrecentando los niveles de pobreza y con ellos la mortalidad materno-infantil y la desnutrición.

El proyecto regional Randimpak organizó varias actividades en distintas dimensiones, iniciando con la sensibilización y capacitación para darles una base teórica para implementar el proyecto con resultados exitosos.

En la dimensión económico-productiva se promueven alianzas entre las agricultoras para sumar volúmenes de producción, lo que facilita el acceso a nuevos mercados y la obtención de mejores precios. Se enfocaron a la producción y comercialización de productos orgánicos con alto valor nutritivo, que recupera granos y cereales ancestrales. Además se generó un fondo de ahorro que facilitó el acceso al crédito.

En salud y educación, focalizaron en bajar los niveles de mortalidad materno-infantil a través de la prevención; y disminuir los niveles de analfabetismo.

En la dimensión ambiental trabajan en reducir las causas de la desertificación de los suelos, uno de los factores que pone en riesgo la seguridad alimentaria de la población.

La dimensión social se trabaja fortaleciendo la formación y consolidación de organizaciones de mujeres en las comunidades y la implementación de escenarios y acciones para fortalecer liderazgos y obtener mayor presencia en la vida de sus jurisdicciones.

El proyecto ha logrado un incremento significativo de la productividad y un aumento de ingresos anuales familiares en un 439%. Antes de intervenir el proyecto, 4 de cada 10 niños presentaban un peso normal, hoy son 8 de cada 10. Se redujo la desnutrición infantil del 70 al 30%, y se logró el retorno del 6% de hombres migrantes.

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