Resumen
Las secuelas de desocupación, pobreza e inseguridad alimentaria de la crisis socio-económica vivida por Argentina a fines del 2001, obligó a diversas instituciones públicas a replantear su intervención social. La Universidad de La Plata, como institución publica de generación y difusión de conocimiento, no estuvo ajena a estos problemas.
Hacia 2002, las pequeñas unidades hortícolas y florícolas producían para el mercado local con dificultades tecnológicas, comerciales, de escala y financiamiento. La mayoría carecía de apoyo técnico, no estaban legalmente registradas, ni se ajustaban al régimen de impuestos y a las regulaciones sobre condiciones laborales (salarios mínimos, vacaciones). El manejo de la unidad de producción era tradicional, con bajos niveles de inversión, e ingresos que solo le permitían su reproducción. Este panorama de incertidumbre y alto riesgo impedía planear el futuro próximo de sus emprendimientos.
La Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales de la Universidad Nacional de La Plata asumió el desafío. Para ello amplió sus funciones y el compromiso social con el medio rural y peri-urbano de su zona de influencia. Un equipo interdisciplinario de profesionales detecta que la falta de acceso a las fuentes de financiamiento era una de las mayores limitantes para su desarrollo.
En 2005 se creó el Banco Social de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales para fortalecer a más de 500 pequeñas unidades familiares de producción de la zona. Es la primera experiencia nacional de una entidad de microcrédito implementada desde una universidad.
En un principio la propuesta se articuló a partir del financiamiento, pero luego evolucionó hacia el desarrollo de un sistema integral de apoyo: técnico, económico y financiero, para mejorar los ingresos y la calidad de vida de los productores.
Hasta diciembre de 2008 el proyecto entregó más de US$ 100.000 convertidos en 213 microcréditos, distribuidos en 22 grupos de productores familiares y adaptados a sus condiciones particulares. Esos grupos, asistidos por el Equipo Promotor, en el que participan a su vez estudiantes avanzados y profesionales de distintas carreras en forma voluntaria, reciben capacitación, asistencia técnica y seguimiento en forma mensual.
El Banco Social organiza una feria semanal de productores familiares, “Manos de la Tierra”, que se instala en el acceso a la Universidad, y mejora los canales de comercialización de los agricultores beneficiados del proyecto. Desde el Banco Social se promueve el asociativismo y la solidaridad entre pares. Si bien los préstamos solicitados pueden ser unipersonales, como la garantía es solidaria, los beneficiaros deben pertenecer a un grupo para acceder a ellos.
Las acciones de este proyecto se articulan con las políticas y programas vigentes, tanto a nivel nacional, provincial, municipal y con las organizaciones sociales presentes en la región. Igualmente, se acuerdan con los beneficiarios a través del Consejo de Productores, creado en 2008 y compuesto por un representante por grupo. El microcrédito es considerado como herramienta para la inclusión de pequeños productores periurbanos que de otra forma no pueden acceder al sistema formal de crédito y por ende aportar a los ingresos familiares. Es una solución concreta y factible en donde el trabajo en red es fundamental para su éxito.
|