Resumen

El proyecto se ejecuta en el Valle de San Andrés, cuenca del río San Diego, en la Provincia Pinar del Río en el noroccidente de Cuba.

Fue iniciado en 2000 por profesores y estudiantes de la Facultad de Agronomía de Montaña San Andrés (FAMSA), a los que se les unió luego, el Instituto Nacional de Ciencias Agrícolas (INCA), que se sumaron a iniciativas locales para recuperar prácticas  tradicionales de producción.

El Valle de San Andrés es una zona agrícola cuyo principal cultivo  es el tabaco. También se siembran granos, viandas y hortalizas, y se crían animales de corral,  como gallinas y cerdos. El uso intensivo de los suelos, unido a las elevadas pendientes donde se ubican las pequeñas propiedades rurales, ha provocado su deterioro,  con la consecuente pérdida de productividad  y de diversidad biológica.

En la década de los sesenta y hasta los ochenta en Cuba  se implantó el modelo llamado la Revolución verde, que logró aumentos significativos de la productividad  mediante variedades mejoradas de cultivos y de ganado, y por lo tanto, de la producción de alimentos.

Sin embargo esto tuvo, a la larga, enormes costos. Muchas de las variedades tradicionales locales se extinguieron, el uso de agroquímicos causó un grave deterioro ambiental y, aumento la dependencia  de insumos externos.

En Cuba, en la década de los noventa,  la crisis económica y la falta súbita de insumos importados, deprimió la producción agropecuaria. En este contexto surge la iniciativa tendiente a sostener y, en medida de lo posible incrementar,  los  niveles de producción de alimentos de las pequeñas propiedades rurales, contribuyendo además a la regulación ambiental.

Esta tarea integra los conocimientos de los propietarios con los de los investigadores, aprovechando  los aportes que cada uno puede hacer; con un modelo de  dirección, ejecución y control de los procesos  colegiado y participativo.

Se trabaja el mejoramiento del suelo; la diversificación de cultivos agrícolas y forestales, con incrementos de la diversidad biológica, la sustitución de productos agroquímicos, para fertilización y control de pagas; el incremento de la eficiencia energética de los agro ecosistemas, la producción de conservas, proceso que incrementa el valor agregado de las producciones en las fincas; y la reducción de la dependencia de insumos externos deficitarios y costosos.

Se ejecutan además acciones de divulgación y  educación ambiental con la realización anual del evento Comunidad y Medio Ambiente (COYMA) el que se extiende a todos los miembros de la comunidad. 

Al mismo tiempo, se monitorea  un grupo de agro ecosistemas para medir el efecto de las prácticas ejecutadas sobre su funcionamiento económico, ambiental y energético, con énfasis en la mitigación del cambio climático. Además, se trabaja en la construcción de modelos estadístico-matemáticos para procesar los datos y validar científicamente los resultados.

El objetivo, a largo plazo, es lograr una transformación del espacio geográfico, económico y social, así como evidencia científica que sea conocida y valorada por los tomadores de decisiones de política. La experiencia podría ser aplicada en otras regiones del país.

El éxito de esta innovadora iniciativa, que ha beneficiado de forma directa a 102 personas y de forma indirecta a 2500 personas,  se debe a la necesidad de los productores de avanzar  hacia sistemas sostenibles en la gestión de sus fincas y a la valoración de los  conocimientos empíricos de los productores.

La suma de los conocimientos ha permitido tomar  mejores decisiones sobre el manejo de su finca, sin intentar imponer criterios que pueden parecer mejor fundamentados científicamente. Los intereses y necesidades de los productores son el centro del trabajo. Los productores además, se han convertido en investigadores e innovadores dentro de sus propiedades.

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